
02 Sep Hay vida más allá del procedimiento judicial: Hablemos de mediación
La mediación no es una moda pasajera; o al menos, no debería serlo, especialmente al hablar de Derecho de Familia. En mis estudios de doctorado he tenido ocasión de adentrarme en el mundo de la mediación, o más bien en el de la resolución EXTRAJUDICIAL del conflicto de Familia, y sin duda cada vez creo más firmemente en lo positivo de alcanzar acuerdos, especialmente cuando hay menores que se van a ver afectados por las medidas. Así que voy a dedicar el post de esta semana a dar unas pinceladas para explicar qué es esto de la mediación y para qué tipo de conflictos está especialmente indicada.
Qué es la mediación
La mediación familiar pretende reconstruir el vínculo familiar roto, siendo las partes afectadas las que toman el timón de la negociación, guiadas por un tercero neutral, independiente y con formación especializada. Su pretensión básica es alcanzar acuerdos duraderos, aprender a ser padres separados y a generar un menor coste emocional a todas las partes implicadas, en especial, como decimos, para los hijos menores. A ello debemos sumar el menor coste económico para las partes y también el mayor porcentaje cumplimiento de los acuerdos. Cuando eres tú el que has decidido y creado algo, resulta mucho más fácil de cumplir.
Hay tres principios que rigen un proceso de mediación: La voluntariedad, la imparcialidad del tercero que participa y la confidencialidad de todo el proceso. Y si bien es obvio que durante las sesiones pueden salir “trapos sucios”, esto no ocurre con la virulencia que vemos en los procedimientos judiciales. Aunque no exista el divorcio causal y éste no tenga trascendencia legal, siempre existen causas o culpas en la ruptura. Y éstas siempre salen a la luz en el procedimiento. El hecho de que sean las partes las protagonistas del proceso contribuye eficazmente a superar muchos problemas.
La intervención de otros profesionales
En algunas ocasiones, es también importante plantear la intervención de un terapeuta o psicólogo. Esto se recomienda especialmente en la primera etapa del conflicto y cuando la pareja ya ha tomado la decisión de separarse.
También debemos tener en cuenta que no todos los conflictos pueden ser mediados, sino que algunos necesitarán resolución judicial. Pero pensemos en cuántos de los conflictos que tratamos en nuestro día a día no se ven solucionados con una sentencia… ¿Muchos, ¿verdad? Pues son esos precisamente los que conviene evitar.
No es fácil, ni muchas veces agradable. Hay que hacer de tripas corazón, ceder, transigir, ENTENDER. Pero a medio plazo, se agradece una buena gestión de la ruptura. Y si podemos llegar a un acuerdo, mejor que mejor.
Si estás en pleno proceso de separación o divorcio, debes dejarte asesorar por un profesional que te informe de todas las opciones posibles, incluida la de llegar a un acuerdo consensuado, sin necesidad de pasar por largos procedimientos judiciales que acaban desgastando emocionalmente muchísimo. Nadie mejor que vosotros conoce a vuestra familia y qué es lo que más le conviene.
Saber rodearte de buenos profesionales es clave
Queda mucho camino por recorrer, no cabe duda, porque además aceptar la mediación implica un cambio de paradigma: hay que concienciar a compañeros y a clientes de las innumerables ventajas de los acuerdos consensuados, pero en Vilella Asociados queremos transmitir plena confianza en los procedimientos consensuados, por los beneficios que conlleva para las familias. Especialmente para los más pequeños, que son los que más nos importan.
En conclusión, la mediación permite a las personas implicadas gestionar positivamente sus conflictos. También a encontrar soluciones positivas a los mismos, además de facilitarles herramientas para resolver eficazmente sus conflictos, tanto presentes como futuros.
Para más información, visita nuestra página:
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